Número 4
Mundos íntimos
Desde que lo hice por primera vez, siempre he sentido el mismo vértigo al escribir, un vértigo que está relacionado con hacer público parte del mundo interno. Y es que esa sensación trepidante de comunicar lo íntimo no solo tiene que ver con revelar secretos o profundas y patéticas preocupaciones, sino que está relacionada con, justamente, falsearlos.
El fracaso parece ser el único fin posible en el intento por comunicar eso que es lo más propio y que está oculto. A veces me pregunto si el vértigo tiene que ver, también, con la incapacidad de compartir con el otro ese mundo interno, si nace al saber de antemano que no es posible, que es un acto fallido. La manifestación del deseo es la prueba de la imposibilidad de su cumplimiento.
No obstante, no parece haber otra salida o, bueno, quizá sí, alguna clase de silencio monacal o un grito compartido en un toque de punk, pero no para la editorial de una revista, que es el empeño por reunir y “comunicar” mundos internos. ¿Qué tanto se habrá falseado y revelado en los tres números anteriores? Ustedes dirán. De lo que sí estoy seguro es de que no habíamos tenido un número tan falsamente íntimo como este: ¿qué hay en la cabeza de un maratonista?, ¿cuál sería el epitafio de un profesor de historia?, ¿qué piensa una periodista en la soledad de su moderno apartamento sobre el dolor?, ¿Hitler estuvo en Tunja o eso solo es un asunto de los paranoicos?
“La literatura no puede alcanzar la verdad de las cosas, apenas es capaz de crear un artificio, una duplicación. Por eso con la literatura tampoco debería buscarse el provecho ol a riqueza. Si así fuera, Cervantes no hubiese muerto en la miseria, buscando una posición en América. En cambio, hoy en día el Quijote puede ser más verdadero y más próspero que nosotros”
Jorge Luis Borges
Queridos amigos de la Verdad, les damos la bienvenida a este nuevo espacio donde podremos continuar revelando, de la mano de nuestros aliados, esas verdades que todo el tiempo estuvieron ante nuestros ojos, pero nunca nos quisieron revelar. Lo conseguiremos de la mano de ustedes, con valentía y determinación, como siempre lo hemos hecho.
En la Antigüedad, los primeros encargados de la Biblioteca de Alejandría, sorprendidos ante la increíble profusión de textos, tuvieron que inventar una serie de símbolos para distinguir lo que era real de lo que no lo era, para identificar las líneas auténticas de las que eran una mera opinión de los copistas. Inventaron así la crítica textual y con ella una forma de indicar a las generaciones futuras lo dudoso y lo auténtico.
“La literatura no puede alcanzar la verdad de las cosas, apenas es capaz de crear un artificio, una duplicación. Por eso con la literatura tampoco debería buscarse el provecho o la riqueza. Si así fuera, Cervantes no hubiese muerto en la miseria, buscando una posición en América. En cambio, hoy en día el Quijote puede ser más verdadero y más próspero que nosotros”
Jorge Luis Borges
Queridos amigos de la Verdad, les damos la bienvenida a este nuevo espacio donde podremos continuar revelando, de la mano de nuestros aliados, esas verdades que todo el tiempo estuvieron ante nuestros ojos, pero nunca nos quisieron revelar. Lo conseguiremos de la mano de ustedes, con valentía y determinación, como siempre lo hemos hecho.
En la Antigüedad, los primeros encargados de la Biblioteca de Alejandría, sorprendidos ante la increíble profusión de textos, tuvieron que inventar una serie de símbolos para distinguir lo que era real de lo que no lo era, para identificar las líneas auténticas de las que eran una mera opinión de los copistas. Inventaron así la crítica textual y con ella una forma de indicar a las generaciones futuras lo dudoso y lo auténtico.