Tal vez los proyectos como el que planteamos en este número son comunes en el mundo literario, en donde la ciudad, o mejor, determinado espacio se convierte en la excusa perfecta para desplegar toda la potencia de la literatura y la escritura. El más cercano a nosotros, y más evocador, quizás sea la Bogotá contada del Libro al Viento, que se ha convertido en una gran iniciativa en donde se invita a escritores de todos los rincones del mundo a visitar la ciudad y no solo escribir sobre ella, sino integrarse en el circuito cultural de la misma, dando conferencias y compartiendo con el público.
Nuestra idea no tiene ese ímpetu institucional, sino que surge más bien de la experiencia de ese perpetuo deambular al que nos hemos visto avocados, de las noches en que pasamos escuchando los relatos de nuestros amigos exiliados, perdidos en algún rincón del mundo, maravillándonos de lo extraño que podían encontrarse en cosas tan cotidianas como el autobús o el restaurante, incluso de quienes vivían en un barrio diferente. Esas historias se hacían increíbles porque quienes nos las contaban estaban, como nosotros, tratando de encontrar un lugar al que llamar propio, no sabríamos decir si un hogar o una patria, o un simple sitio de descanso, pero a la vez esa ciudad o ese pueblo o ese barrio se presentaba ante ellos como una ola gigante que los repelía y los enviaba en la dirección contraria, o en ocasiones en una marea que los arrastraba, ajena a su voluntad, y los depositaba en una costa inesperada y feliz.
Aquí queremos traer el recuento de ese devenir y esa lucha, con la convicción de que la ciudad, o el espacio, o como queramos llamarlo, es la condición de posibilidad de lo que aquí se relata. Puede que la ciudad misma no sea la literatura, pero a la vez no es posible sin ella. Quien mejor lo ha definido es Fernanda Trias en su Ciudad Invencible, refiriéndose a una de tantas: “La literatura de Buenos Aires es Buenos Aires. No se puede buscar, como no se puede encontrar nada dentro de una caja vacía más que la caja misma”.
Foto de Sourav Biswas, tomada de pexels.com
