Por: Norah Coransky
Queridos amigos de la Verdad, les damos la bienvenida a este nuevo espacio donde podremos continuar revelando, de la mano de nuestros aliados, esas verdades que todo el tiempo estuvieron ante nuestros ojos, pero nunca nos quisieron revelar. Lo conseguiremos de la mano de ustedes, con valentía y determinación, como siempre lo hemos hecho.
El día de hoy les presentamos la transcripción de una grabación remitida por una de nuestras fuentes, desde el centro de la ciudad hermana de Bogotá:
-¿No has visto el prontuario? El tipo era un estafador, un crápula del bajo mundo. De eso vivía el tal “morochito”. Su historia es la historia de la lavada de cara más grande del mundo. En las películas sale con esa cara paliducha a lo Bela Lugosi, pero era un pibito que de lo sucio no se le veían los dientes. El cómplice era un anarquista marica, ¡imagínate!, ¿crees que algo de eso se le quitó luego de ser millonario y vivir a la francesa y rodeado de las rubias de New York? No no no,
Siempre que se acababan sus shows salía y le cantaba un poco a los pobres. ¿Qué crees que hizo en Paris?, ¿irse a los burdeles? Ja! Seguramente, ¿pero quienes están siempre en los burdeles? Exacto, los anarquistas y revolucionarios. ¿O cómo crees que estaba París en los 30´s?
-Nah.. no me convence, si el tipo era un monstruo, ¿sabes cuantas películas hizo antes de morirse? O sea, en 1930 este tipo iba a morirse en cinco años, ¡cinco años! [se oye un golpe que distorsiona la grabación] … un mes duraba la escritura y rodaje, y listo, al estreno, a llenar los teatros. ¿A qué horas iba a planear la revolución proletaria internacional?
– ¿y es que el tango habla de respetar a los patrones y pagar impuestos? Los que no hablan de llorar por una mujer, le cantan a los malandros, a los excluidos. Por eso no lo querían en Argentina, porque le daba voz a todos los “morochos” como él.
-¿y la CIA?, ¡¿la CIA? [risas] ¿Sabes cuándo se fundó la CIA?
-Bueno, puede que no se llamara así, pero eran quienes resolvían los mismos problemas en ese entonces. Ya sabes, los tipos de vestido negro, gafas oscuras y corbata, y seguro sombreros por ser los 30s.
-Bueno, ¿y tú cómo sabes tanto? A ver… Un simple vendedor de periódicos, en un país donde nadie lee, y donde las noticias ya se saben antes de que ocurran, ¿cómo puede enterarse de tremenda conspiración milenaria? ¿en un bar de mala muerte como este?, ¿o sólo me estás repitiendo un chisme que otro borracho te contó? ¡Ah no!, ya sé, son pavadas que te inventas mientras estás ahí parado en la calle, y como no tienes mujer ni hijos que te aguanten, vienes aquí a hacerme perder el tiempo. O seguro lo leíste en uno de esos periódicos que tienen un muerto en la portada y una vieja en bola al otro lado. Y en el medio el secreto de la muerte de Gardel.
[Hay un silencio muy prolongado, interrumpido apenas por algo que se escucha como el golpe de las botellas sobre la mesa, se escucha el sonido de los dos hombres pasando los tragos. Luego, una risa o murmullo de uno de los dos, seguida de ruidos como de revolcar, y finalmente un sonido metálico sobre la mesa]
-¿Qué es eso?
– Ja ja, ¿ahora sí estás interesado? Mi papá tenía una tienda de empeño, aquí mismo, a unas calles de la Jiménez. ¿Ves el cristal? Es rojo. Si ves los videos que grabó en el 30, esos en los que sale Canaro y Discépolo, este es el anillo que lleva en la mano izquierda. Claro, como son a blanco y negro, no se ve el color.
-¿y? ¿a quién matan por llevar un anillo rojo?
-Lo que tiene grabado no es “Carlos Gardel, ciudadano de París”. [risas]. ¿Sabes qué es la ce ce ce pe?
– Estás hilando muy fino mi hermano. Si ya se sabe que el problema fue que el avión iba muy pesado y un Samper medio borracho se quiso hacer el importante, como buen político, y, como buen colombiano, le pareció buena idea manejarle a tremenda celebridad.
– Sí, sí, claro, cualquiera puede decir que encontraron el cuerpo, si es que quedó alguno, y que tenía altos contenidos de alcohol. Y después, con esos supuestos datos reales, llenar un informe forense.
– ¡No hermano!, Lo que hay es testimonios de gente que lo vio borracho, de gente que revisó el avión y conocía esos modelos y sabía que no podía cargar a esa orquesta completa y todo el combustible.
– Claro, calro. ¿Sabes que se estrelló de frente contra otro avión, no?, ¿y sabes de dónde decían que eran los tripulantes de ese otro avión?… ¿no?… ¿has escuchado hablar de Ramón Mercader?
– ¿y qué?, ¿estás diciendo que vino a Medellín a entrenarse matando tangueros antes de matar a Trostky?
– No, no. Estoy diciendo que es el mismo caso, la misma operación, pero usada por los gringos. Solo que en este caso disfrazaron a su gente de aviadores alemanes.
– ¿Gringos haciéndose pasar por alemanes?, ¿en los 30?
-Hombre, si aquí todo lo que sea rubio es gringo. Daba igual. Al fin y al cabo solo tenían que parar a esta estrella en ascenso. Imagínate a este hombre, cantando en todas las ciudades de Suramérica, dando recitales para los pobres desesperados, cantándoles que no hay esperanza, que la vida es una desilusión y que para ellos siempre está todo en contra. Supongo que apenas lo alcanzaron en Medellín, ni en Puerto Rico ni en Aruba.
-No sé, tiene algo de sentido tu teoría, con el anillo y las coincidencias… jeje, como que en Medellín siempre se les dio bien el sicariato… pero no me termina de convencer cómo una vedette del tango, que se la pasaba maquillándose y cantando podía ser un revolucionario. Es como decir que los Beatles o el K-pop promueven el capitalismo.
– ¿Los Beatles y el qué?.. Bueno, hermanito, yo lo único que sé es que para ser revolucionario no hay que ir hasta París para que lo adoctrinen los anarquistas, basta con haber visto la pobreza a la cara, como Gardel, cómo usted o cómo yo, en este cochino bar, vendiendo chicles y cigarrillos todos los hijueputas días.
Hasta aquí nuestra revelación de hoy queridos lectores. ¿Sorprendidos? Juzguen ustedes.
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