Por: Natalia Merizalde*
Este año ha estado muy movido y lleno de cambios. Una aliada que nunca falla cuando la vida se pone en movimiento, es la música.
Durante los nueve meses del 2023 que ya han pasado, he escuchado non-stop el álbum «Multitude» del gran artista belga Stromae. La mayoría lo conocemos por una canción viral en el 2011 llamada «Alors on dance». Un ritmo pegajoso, para bailar. También por «Papaoutai», que, a pesar de ser una canción que invita a bailar, y a la alegría, termina siendo todo lo contrario. El título precisamente pregunta «¿papá donde estás?» Cuando el artista tenía nueve años, su padre falleció durante el genocidio de Ruanda (1994).
Stromae estuvo trabajando en este álbum durante tres años, iniciando en el 2018 al 2021, y yo me vine a enterar de su existencia hasta fines del 2022, gracias a spotify. Muchos hacen música, pero realmente hay artistas particulares que merecen mil páginas para hablar de sus composiciones. Desde las letras, hasta la melodía, la producción, y todo lo que hay detrás de una canción de tan sólo tres minutos.
En este álbum, Stromae hace todo un recorrido por distintas influencias musicales del mundo: hace colaboraciones con distintos productores, usa instrumentos tradicionales como violines chinos, charangos bolivianos, voces húngaras y flautas turcas. En cada canción hay una historia distinta, un personaje nuevo, que quiere expresar en palabras una fracción de esto que podemos llamar «la complejidad humana». El artista pretendía que con el álbum no pudiéramos señalar a un país en específico, sino más bien comprender esa multitud como un todo que no tiene una dirección específica.
No es sólo lo que se plasma en las letras, es el cuidado y el detalle de construcciones con sonidos que, al menos a mi, me erizan la piel. El álbum es el resultado de todas esas ideas que flotan en la cabeza del artista y que quieren ser vistas y escuchadas, y que, de verdad, son un placer a los sentidos y al alma. Este es el tercer álbum del artista. Ver los videoclips, las fotos para el álbum y la manera que interpreta todas las canciones, es un verdadero deleite. Quiero hablar de todas las canciones, pero me limitaré a comenzar por unas pocas, por ahora, porque todas tienen mucho que decir y nos ponen a pensar mil cosas.
Una de mis canciones favoritas, aunque realmente son casi todas, se llama «Fils de joie» (hijos de la alegría). Es una combinación entre funk y música clásica. Tiene un cuarteto de cuerdas que suena con mucha intensidad.
En esta canción, Stromae habla acerca de los hijos de las prostitutas. El artista dice que tuvo la oportunidad de conocer a fondo la historia de algunos de ellos y esto lo inspiró a hablar de ellos. En el videoclip, el artista rinde un homenaje nacional a una prostituta e intenta ponerse en el lugar de sus hijos. En alguna parte de la canción dice: «Así que deja a mí mamá, sí, lo sé. Es cierto que ella no es perfecta. Es una heroína, y siempre estaré orgulloso de hablar de ello… soy un hijo de puta, como dicen, después de todo lo que ella hizo por ellos. Perdona su estupidez, ¡oh querida madre! te deshumanizan». Aquí el video:
El video tiene lugar en un país imaginario en el que está perdida una trabajadora sexual. Con sus inicios en el rap como artista, Stromae canta la canción recitando un discurso, que muestra cómo deshumanizan a estas mujeres, y finalmente, todos cierran los ojos: «Et tout monde ferme les yeux».
«La solassitude» es una canción acerca de la paradoja de disfrutar de la compañía y necesitar también de la soledad. El artista dice que todo empezó cuando pensaba que «nunca somos felices». Cuando estamos solos, estamos infelices y cuando estamos en relaciones largas, nos aburrimos. La idea de la canción es transmitir esas dos sensaciones: «El celibato me hace sufrir de soledad» y «La vida en pareja me agota». Esa contradicción entre anhelar una rutina, una compañía permanente, y caer en el aburrimiento de la rutina. En la canción se usa el erhu (un violín chino) y se mezcla con pop. Es una canción experimental en cuanto a los sonidos, aquí está una versión en vivo, ojalá sea algún día en Colombia:
«Le problème, c’est la routine, quand les jours se ressemblent». El problema es la rutina, cuando los días son iguales.
«L’enfer» es una de las canciones que más me moviliza emocionalmente. Enfer es infierno. En esta canción Stromae habla acerca de lo profundamente doloroso que puede ser tener pensamientos suicidas y a la vez, lo común que puede ser que casi todos los tengamos en el transcurso de nuestras vidas. He salido mil veces a caminar con esa canción a todo volumen. Me recuerda lo difícil que es sentirse deprimido, me hace pensar que los que sentimos las tristezas más profundas, también somos los que vivimos con más intensidad. Me encantaría cantarla en un concierto de él, en medio de una multitud.
Realmente vale la pena ver el video, nos muestra con todo un performance de gestos, lo pesado que puede sentirse tener ideas negativas que no parecen salir de nuestra mente por más que queramos despedirnos de ellas.
Por ahora estas tres canciones, que realmente nos ponen a reflexionar. Más adelante continuaré con las siguientes del álbum. Espero se den el tiempo de empezar a escuchar esta gran creación artística, por este hombre lleno de vida, muerte, y mil emociones profundas.
*Texto tomado de Identidades Turbulentas con permiso de la autora